Frutillas todo el año

Enlace a la publicación, En Perspectiva, 15 de julio de 2020

Las primaveras de mi infancia y de mi primera juventud huelen a jazmines y saben a frutillas. Al alejarme de Montevideo, no me ha sido fácil recuperar el aroma de los jazmines. Las frutillas, por el contrario, perdieron su encanto de fruta esperada durante todo un año. Hoy las puedo consumir, aunque en versiones mucho más insípidas en cualquier mes. Pero: ¿cuál es el verdadero precio de esta trampa al espacio y al tiempo?

Los clientes, los inversores y los Estados exigen producción verde. Esa demanda por productos menos dañinos ambientalmente será global. Lo cierto es que la producción eco sustentable es y será una variable clave también para los países emergentes y deben considerarla para sobrevivir y desarrollarse.

Las importaciones estarán expuestas a regulaciones más rigurosas quizás en forma de barreras no arancelarias; los flujos de inversión extranjera hacia los países en desarrollo estarán limitados por pautas de inversión responsable de fondos soberanos; fondos de pensiones, y otros fondos de inversión con criterios ambientalistas.  Los consumidores, en particular los milennials, demandan cada vez más en términos de   responsabilidad social y medioambiental.

Las empresas compiten en esa dimensión, intentando ganar ventajas competitivas. De momento cada una nos cuenta sus logros en las diferentes áreas: trabajando con comunidades específicas, reduciendo el uso de plásticos, respetando la biodiversidad, etc. Pero estamos a un paso de mediciones más estandarizadas que nos permitan responder las grandes preguntas y relativizar los diferentes impactos. Una aerolínea nos explicará orgullosa que erradicó de sus vuelos el plástico de un solo uso, pero no podrá desconocer que estamos atentos, sobre todo, al gran impacto en emisiones que genera el combustible utilizado en sus vuelos

¿Qué pasará entonces con mis frutillas? Últimamente he participado en algunos debates sectoriales en los que toma fuerza la idea de productos de cercanía, o producto de temporada. Por deformación profesional, mientras escucho algunos planteos, voy haciendo cálculos. ¿Cómo podríamos alimentar a ciudades como Londres, o Madrid, de esta forma?

¿Constituyen estas iniciativas un frenazo a la globalización? La evolución del comercio mundial empieza a ir por primera vez en mucho tiempo, rezagada respecto a la de la de la producción mundial. Algo está cambiando. Vuelven a aparecer sobre el tapete términos como “suficiencia alimentaria”. La crisis del coronavirus planteó serias dudas sobre si las cadenas de producción se habían globalizado demasiado deprisa. Hemos asistido a prácticas casi piratas ante el desabastecimiento de equipos de protección para el personal sanitario. Descubrimos que la oferta estaba concentrada en unos pocos y lejanos operadores.

Vivimos de alquiler en el planeta. Los precios de los productos deben incorporar una retribución a todos los recursos utilizados: en su producción, distribución, consumo y en la generación final de residuos. Somos responsables de alterar la temperatura del planeta y con ello los ecosistemas, afectamos nocivamente la calidad del aire que respiramos, de las aguas, de la biodiversidad. Estamos produciendo daños. Debemos pagarlos. ¿Acaso si alquila usted una propiedad no le toca hacerse cargo de los daños que ocasione? Pero el objetivo es ir mucho más allá de las penalizaciones disuasorias por malos inquilinos; es convertirnos en mejores inquilinos, reformulando el contrato de alquiler y el uso que hacemos de esta vivienda.

Es probable que, a productos como la carne uruguaya prestigiosa por ser producida en praderas naturales con una estricta trazabilidad, en un futuro no demasiado lejano, le toque demostrar no sólo lo sustentable de su producción sino también el impacto ambiental de su recorrido hasta llegar a determinados destinos. Prepararse con antelación a estos cambios permitirá un mejor posicionamiento para competir en el mercado global.

Asimismo, una frutilla que venga con miles de kilómetros de viaje, sin cambios significativos en su transporte, no lo tendrá fácil en el nuevo entorno y quizás si tenga sentido volver a consumirlas solo en algunos meses del año. Un codiciado placer de temporada, al igual que el maravilloso aroma de los jazmines de Montevideo.

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